“¡Pobre mar condenado
a eterno movimiento
habiendo antes estado
quieto en el firmamento!”i
Mar, Federico García Lorca
iEn Libro de poemas (1918-1920) de Federico García Lorca en Editorial Alianza
El capítulo 10 de La elocuencia de la sardina, bien podría estar inspirado en este poema del granadino García Lorca, el capítulo se llama El mar como espejo, y cuenta como desde la Antigüedad esa inmensidad azul fue vista como un espacio que debía reflejar aquello que existía sobre la tierra:
“Bajo las aguas reencontramos el Arca de Noé al completo: peces gato, peces elefante, peces escorpión…Están así mismo la uva, los tomates, los pepinos de mar, los dátiles de mar…Los objetos más diversos tenen también sus réplicas marinas: navajas, estrellas de mar, peces piedra…Lo mismo ocurre con las profesiones: focas monja, peces cardenal, peces payaso, peces soldado…»
La creencia de que el mar tenía su equivalencia terrestre se remonta a los tiempos de Plinio, pasa a la Edad Media y se “convirtió en un concepto cosmológico” desplegando todo tipo de respuestas al cómo se daba ese efecto. Bill Françoise relata estas historias y muchas más en este encantador libro publicado en la colección Argumentos de editorial Anagrama.
Partiendo de un temor infantil al mar abierto, este físico desentrama un hilo que habla sobre los bogavantes y los inquilinos con los que comparte su gruta submarina, ambos alimentándose de la misma comida, pero esperando el momento justo para devorarse a su vecino. De las anguilas que pueden vivir más de 100 años en un pozo, a la espera de encontrar su salida al mar y olvidando morir sosteniendo su esperanza. O de cómo la rémora se convirtió en un aliado imprescindible para los aborígenes australianos del estrecho de Torres, ayudándolos a pescar tortugas, tiburones y grandes peces. Pero mezclado con historias asombrosas que alimentan el gusto por los misterios que esconde el fondo del mar, cada capítulo está salpicado de otras anécdotas y otros datos que confirman aquello que todos sabemos y a veces elegimos ignorar: nuestros océanos se mueren.
Entonces, otro libro de nuestras estanterías me viene a la mente: Océanos de vida del británico Callum Roberts, publicado en editorial Alianza.
En éste, los eufemismos no están presentes, sino que es un libro que alerta con lenguaje claro y datos irrefutables, el peligro que viven nuestros mares. Desde la merma de especies marinas que se cuentan por miles, de la densidad de vida submarina que se pierde en manos de los dragados, de la pesca por arrastre y la basura que innunda el espacio oceánico. También nos habla de las epidemias que atacan a los peces por consecuencia de los vertidos de las industrias farmacéuticas. Difícil es para nosotros imaginarnos que un pez podría tener un comportamiento errático por causa de algún medicamento destinado a los humanos, pues si sucede:
“La fluoxetina, el ingrediente principal del Prozac, puede provocar síntomas en los peces, como natación errática, pasividad y una disminución en la agresividad y en la ingesta de alimentos. Según un estudio, las gambas felices viven al límite, pues se alejan de sus cobijos y se precipitan a las fauces de los depredadores al acecho.”
Este libro, es la edición en español del año 2014 y su original en inglés fue escrito en 2012, Roberts nos habla de un daño que puede ser reparado medianamente si se toman acciones inmediatas, para lograr un cambio en los siguientes 10 años. Con este panorama, es muy triste leer una noticia publcada la semana pasada en Montevideo Portal, que alertaba sobre la necesidad que tiene la ONU de cerrar la última rueda de conversaciones para finalmente llegar a un acuerdo y lograr una ley de protección de las aguas y la vida de alta mar.
Para Roberts deberíamos estar viendo los efectos de un cambio, pero en realidad se sigue hablando diplomáticamente…y el reloj sigue corriendo.
«El nefasto estado de los océanos supone que el momento de actuar es este», avisó hoy el secretario general de la conferencia que negocia el tratado, Miguel de Serpa Soares, que urgió también a todos los países a mostrar espíritu de «cooperación» y encontrar «compromisos»i.
“El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo”.iiii
La balada del agua de mar, Federico García Lorca
Soledad Viera
i En Libro de poemas (1918-1920) de Federico García Lorca en Editorial Alianza
ii https://www.montevideo.com.uy/Ciencia-y-Tecnologia/La-ONU-entra-en-la-recta-final-para-lograr-un-tratado-que-proteja-los-oceanos-uc830150
iii En Libro de poemas (1918-1920) de Federico García Lorca en Editorial Alianza